Este masaje no es una técnica, es una manera de tocar. Arun es, sencillamente, llevar la meditación al tacto. Gracias a la meditación uno puede sentir a través del tacto, entrar en el cuerpo y ver qué es en profundidad. No es solamente un viaje de un único sentido, es una danza, en la medida que yo puedo sentir, tú te puedes sentir. Cultivando yo la compasión, puedes sentirte sostenido y dejarte caer en tu sentir. Cuando esa sinergia sucede, el cuerpo puede florecer. 

Para mí Arun es tocar y ser tocado por la Vida, a través del tacto y el cuerpo, poder entrar en contacto íntimo con lo que somos. Porque a través de tocar lo físico, una mano, un nudillo, uno puede entrar a sentir todo el cuerpo, entrar a la profundidad que somos, llegar a tocar lo sutil. Porque somos mucho más, hay escondido, dormido, un potencial enorme, la Vida misma. 

No puedo decir nada objetivo sobre este masaje. Hay quien viene con algún fin concreto, hay quien viene sin ninguno, pero la experiencia no es cerrada ni concreta. Por el contrario, es íntima y personal, como lo son todos los masajes y todos los momentos, ya que, al margen de la técnica, el profesional y el cliente, tocar es sentirse aquí. La diferencia es si trae la cualidad y la habilidad que da la meditación, de conducirte a sentir, a entrar en contacto contigo. 

No puedo decir cuál es su función, ni para que tipo de gente está orientado, creo que, si uno se siente cómodo y atraído con lo expuesto, pues entonces es que es para él.